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¿Controlas tu ira o ella te controla a ti?

Enojo
Ira

Autor: Efraín Pérez León

Alicia perdía el control sobre sus emociones con mucha frecuencia y arremetía contra sus hijos Manuel y Raquel de apenas 6 y 8 años de edad con castigos verbales y físicos. El esposo de Alicia los había abandonado hacía ya más de un año harto del problema de ira de Alicia y, aunque esto no era la causa de su enojo, sí le hacía enojar más.

 

Alicia había crecido en medio de una familia disfuncional, donde el padre y la madre reñían casi a diario por la comida, por el clima, por la ropa que se ponían, en fin, discutían por las cosas más simples y absurdas que se les ocurría. 

El problema de Alicia había iniciado poco después de la adolescencia, pero se había incrementado con el paso de los años debido a un problema de colon irritable producto de sus constantes arranques de enojo. Alicia creía haber heredado el carácter de su madre y, preocupada porque tenía el temor de hacerles un daño irreparable a sus hijos acudió en busca ayuda psicológica.

 

El enojo es una emoción humana normal y, por lo general, es saludable. No obstante, cuando perdemos el control de esta emoción se vuelve destructiva y puede ocasionar muchos problemas en el trabajo, en las relaciones personales y en la calidad general de vida.

 

De ahí que si no se controla la ira los costes de ello pueden ser muy lamentables en la vida personal y/o laboral de cualquier persona. Esto puede minar las relaciones personales y, peor aún, los sentimientos de los seres más queridos.

 

La ira o enojo no aparece espontáneamente. Con frecuencia, comienza con niveles bajos de molestia, se va intensificando poco a poco y finalmente explota. A veces, este proceso puede ser rápido o lento. Varía desde una irritación leve hasta una furia e ira intensa dependiendo del grado de control o descontrol de cada persona.

 

Son pocas las personas que son conscientes del proceso de la ira y que pueden detenerla antes de que estalle en violencia. La mayoría sólo se dan cuenta cuando ésta ya es inevitable.

 

Es importante evitar que la ira escale a niveles importantes y se deberá detener en los niveles iniciales. Para ello, es necesario tratar de:

  • Ser consciente de las fases previas a un estallido de ira.
  • Reconocer que se tiene un problema con la ira y que, quien la padece, es el único responsable de controlarla.
  • Conocer y desprenderse de aquellas creencias inadecuadas respecto a la ira tales como creer que ésta se hereda, que siempre termina en violencia, etc.
  • Aprender a reducir el estrés que genera el enojo mediante ejercicios de respiración y relajamiento.
  • Detener los estallidos de ira, desdramatizar y analizar la situación en la que una interpretación de la situación puede ser errónea y enfrentarla en otro momento, con mayor calma.
  • Manejar las situaciones difíciles de manera más asertiva.
  • Ser realista con las frustraciones y no darle demasiada importancia a los fallos, errores y defectos de los demás, ya que todos pueden y tienen derecho a equivocarse.
  • No centrarse en el error de la persona sino en su comportamiento.
  • La ira o enojo constante pueden producir enfermedades cardíacas, hipertensión, colitis ulcerosa o nerviosa, hiperacidez, úlceras, arteriosclerosis coronaria, drogodependencias, estrés, depresiones u otras.

 

El psicólogo que trató a Alicia le hizo éstas y otras recomendaciones que le fueron de utilidad para controlar su ira, mejorar su calidad de vida y sus relaciones interpersonales.

Si tú como Alicia, sientes que tu manera de actuar parece estar fuera de tu control, que es alarmante y observas que tu ira se ha convertido en un problema, busca ayuda profesional tal vez necesites ayuda para encontrar mejores maneras de lidiar con esta emoción.

Recuerda que si no controlas tu ira, ésta terminará minando tu salud física y psíquica, destruyendo tus relaciones personales, laborales y más.

En el Centro Alternativa Psicológica Integral te podemos ayudar, llámanos al (55) 6795-1043 o envíenos un correo a: informes@centroapi.com.mx