“¡Mi novio me pegó pero sé que fue mi culpa!"
"Le pegué a mi novia y estoy arrepentido… ¿Qué hago para que me perdone?"
"Mi esposa me insulta, me maltrata y me amenaza con irse con otro, ¿qué hago?"
"Mi esposo me pegó anoche y no sé qué hacer el día de hoy. Consejos por favor... me siento muy triste”.
Este tipo de mensajes se observan con frecuencia en internet, y en la consulta psicológica. Gente solicitando ayuda y consejo sobre relaciones violentas. Y, aunque la mayoría son mujeres, también hay hombres que viven esta situación de violencia intrafamiliar.
Ninguna relación que cause dolor puede ser buena, ni puede haber amor en ella. Nadie merece ser maltratado, no importa si se han equivocado y han cometido errores, esto no le da derecho a nadie sobre la pareja. Toda relación que cause daño físico o psicológico a otra persona, es una relación enferma.
Desafortunadamente, las relaciones destructivas son muy comunes. Muchas de las personas que hoy practican la violencia en sus hogares, pasaron por violencia intrafamiliar durante su infancia o juventud, patrones que replican durante su adultez. El abuso y la violencia pueden provenir de padres, esposos, familiares, amigos, novios, compañeros, maestros o, incluso, de jefes.
La relación con un abusador es cada día más peligrosa. Se pasa de los insultos a los golpes en cuestión de segundos. Tanto el abusador como el abusado, están enfermos y requieren ayuda profesional si desean salir de esa relación; solos difícilmente lo van a lograr.
La vida puede convertirse en un caos emocional en la codependencia sentimental, y el abusador hará lo que crea necesario para utilizar al abusado mientras ella acepte todo tipo de vejaciones.
El maltrato físico busca causar dolor, lesionar física y/o psicológicamente. El abuso emocional es violencia disfrazada, puede ser muy dañino y difícil de identificar, pero lastiman igual y por más tiempo. El desgaste psicológico disminuye gradualmente la identidad de la persona, su individualidad y su autoestima. El agresor disfraza la agresión, la oculta tras de una pregunta, un sarcasmo, una burla, una indirecta, una sonrisa o una observación; busca herir en público para que el daño sea mayor. La agresión puede ser constante, lenta y sutil; es tan cotidiano que parece normal. El agresor manipula a su víctima, la hace sentir culpable, la desestabiliza para someterla, y si reacciona, lo hace con miedo. Esto incrementa la ira del abusador. Cae en un círculo vicioso de estrés, depresión y dolor, mucho dolor.
El hogar se convierte en un infierno para todos los miembros. Temen un episodio caótico; el miedo es constante, cotidiano. La vida de los demás gira en torno del abusador, temen hablar o hacer cosas que desate la furia del agresor.
En las relaciones familiares siempre habrá diferencias que conciliar, negociar y, a veces, ceder. Pero cuando quien cede siempre es el mismo, la relación es ventajosa.
Nunca serán suficientes las recomendaciones en estos casos, pero es importante que conozca algunas:
No se quede callada(o), denuncie. El silencio es el principal aliado del agresor.
Eleve su autoestima y libérese de sentimientos de culpa.
Termine la relación de manera tajante y definitiva. Aun cuando esto le signifique mucho dolor.
Si tú caso es parecido a lo que hemos planteado en este artículo, busca ayuda profesional para resolver el problema de la violencia en la codependencia, y evita la relación de abuso y repetir el ciclo. Tal tal vez necesites ayuda para encontrar mejores maneras de lidiar con este problema. En el Centro Alternativa Psicológica Integral te podemos ayudar, llámanos al (55) 6795-1043 o envíanos un correo a: informes@centroapi.com.mx