Probablemente te han mentido en más de una ocasión. Y que al descubrirlo te hayas sentido triste, enojado o decepcionado. Esto es algo muy desagradable porque a nadie le gusta ser engañado.
Cuando te mientes a ti mismo, ¿estás consciente de ello?, ¿cómo lo justificas?, ¿qué te dices a ti mismo?
Pero, ¿por qué engañarte a ti mismo?
Lo creamos o no, todos sin excepción mienten. Pero, mentirte a ti mismo puede llegar a afectarte mucho a tu autoestima. Buscas ajustar tu escala de valores para justificar tus acciones.
Cuando nos mentimos, nos causamos mucho dolor emocional. Lo hacemos para acallar nuestra conciencia de lo que sabemos que está mal. Creemos que una mentira no nos hace daño, que nos hará la vida más fácil, cuando en realidad es todo lo contrario.
Con el tiempo, la realidad se encargará de desmentirnos, nos hará sentir culpa y todo ese dolor que evitamos regresará con mayor fuerza.
Situaciones en las que te mientes a ti mismo
No necesariamente te mientes a ti mismo, no todo el tiempo, ni todos lo hacen. Pero también podrías estar convencido de que no, aunque lo haces.
¿Cuándo te mientes a ti mismo?
Cuando tienes una relación que se ha desgastado y no te atreves a terminarla por evitar dañar a la otra persona, y tratas de convencerte que es posible rescatarla cuando no es así.
Cuando deseas convencerte que la carrera que “elegiste” es la adecuada para tu futuro, aunque sabes que sólo lo haces por complacer a tus padres.
Cuando aceptas un empleo que no te agrada. Sin embargo, lo aceptas y te convences que es el que deseabas sólo porque no te crees apto para uno mejor. Aun cuando podrías prepararte para obtener algo mejor, y te conformas con ese.
Decir sí cuando quieres decir no. A algunas personas les cuesta trabajo negarse a complacer a otras cuando se lo solicitan.
Aprende a decir no sin que esto te haga sentir culpa, sobre todo, cuando esta decisión puede afectarte.
Identifica tus reacciones. Cuando te pones a la defensiva ante algunas situaciones, te victimizas, te enojas, etc., son reacciones que actúan como defensa ante situaciones que identificamos como amenazantes, aunque no sea lo que realmente deseamos o sentimos. Ésta es una forma de mentirte.
Reconoce tus miedos. Nos mentimos para protegernos ante situaciones amenazantes o estresantes. Cuando reconozcas tus miedos, no necesitarás mentir. Mantén la calma y pregúntate qué riesgos podrías tener.
Aprende de personas positivas para ser mejor, pero imitar a otras sin mayor intención, puede llevarte a vivir una mentira.
Conócete a ti mismo y no pretendas ser lo que no eres. No finjas conocer lo que no sabes. Detente un momento y piensa un poco antes de continuar. Date cuenta si estás exagerando o mintiendo acerca de tus habilidades y conocimientos. Tarde o temprano, los demás se darán cuenta y descubrirán tu mentira. Sé tú mismo.
Reconoce tus capacidades y habilidades, cómo y qué es lo que piensas y deseas, tu forma de ser y de ver las cosas. Infórmate, tu forma de ver el mundo no es la única y correcta.
En conclusión
Reconocer cuando te estás mintiendo es bueno, pero no basta. Haz algo por cambiar y mejorar. Toma acciones concretas. No te quedes inmóvil esperando que las cosas sucedan como si de un milagro se tratase.
Aprende a reconocer cuándo te estás mintiendo a ti mismo y aceptar que las cosas no son como lo deseas. Enfrenta tus problemas con calma, analiza y fortalece aquellos puntos que identifiques como débiles.
Evalúa lo que has hecho con tu vida y descubre si estás haciendo lo que realmente deseas. Conocerás a personas negativas que criticarán tus acciones. Sin embargo, estas personas también tienen sus propios problemas, lo que no puedes permitirte es dejarte llevar por su críticas negativas. Escoge sólo aquellas que te puede hacer mejorar como persona, y elimina aquellas que te hacen sólo por molestar.
Sé honesto contigo mismo y reconoce si estás mintiéndote a ti mismo o lo haces sólo por complacer a otros.
Mentirte a ti mismo, puede conducirte a problemas de depresión y baja autoestima cuando tus expectativas chocan con tu realidad.
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