En los países desarrollados la ansiedad y el estrés son parte del día a día y del estilo de vida. Los niños y los jóvenes advierten como amenazante el mundo que les rodea y que está presente en sus relaciones personales, familiares y sociales.
Si a este entorno ambiental se le agregan factores de riesgo tales como la herencia genética, el temperamento personal o el familiar, los niños y jóvenes están en riesgo de adquirir un trastorno de ansiedad.
La ansiedad y el adolescente
El miedo y la ansiedad son reacciones fisiológicas naturales de defensa ante peligros potenciales que permiten al individuo estar alerta ante posibles amenazas, y que ha permitido nuestra supervivencia como ser humano.
La ansiedad fisiológica tiene un carácter adaptativo para conservar la integridad del individuo. En cambio, la ansiedad patológica se dispara sin necesidad de una amenaza real, cuya intensidad y frecuencia son desproporcionadas.
El adolescente es, por naturaleza, una persona nerviosa que está experimentando cambios en su cuerpo, en su mente y en su medio ambiente. El adolescente que tiene un cuadro de ansiedad puede tener un temor incontrolable a perder a sus padres en un accidente, a perder el control y dañar físicamente a un familiar o a cometer suicidio; puede tener dudas constantes sobre lo que debe, o no debe hacer, sobre lo que hizo o dejó de hacer. Puede sentir escrúpulos de conciencia de carácter moral o religioso, o preocupaciones sexuales.
Los adolescentes con niveles altos de ansiedad suelen mostrarse inseguros, perfeccionistas, con una gran necesidad de aprobación de los demás. Tienen poca confianza en sí mismos, sienten temor ante situaciones que se sienten incapaces de controlar.
Entre los trastornos de ansiedad que aquejan a los niños y a los adolescentes están las fobias, la ansiedad por separación, el de ansiedad generalizada, el estrés postraumático (TEPT) y el obsesivo-compulsivo (TOC). La fobia escolar es, obviamente, típica de la infancia mientras que la fobia social es más propia de la adolescencia.
Ansiedad por separación
Algunos niños y adolescentes frecuentemente experimentan esta ansiedad ante la posibilidad de tener que separarse de sus padres o personas queridas. Los niños, a menudo experimentan miedo ante personas desconocidas; reconocen en sus padres a las personas que les proporcionan seguridad. La separación de sus padres les hace sentir amenazados e inseguros. Como van creciendo los niños, empiezan a comprender que aunque los padres estén fuera del alcance de su vista, regresarán más tarde. La ansiedad por separación es una etapa normal y a medida que el niño crece desarrolla mayor seguridad.
Crisis de ansiedad o ataque de pánico
La crisis de ansiedad puede aparecer inesperadamente y durar desde algunos minutos hasta varias horas. La sensación del peligro de muerte inminente suele ser la forma más dramática. Los niños y adolescentes sufren períodos inesperados y repetidos de intenso terror, o incomodidad, acompañados de palpitaciones rápidas y falta de aliento. Los síntomas de una crisis de pánico incluyen:
- Palpitaciones, ritmo cardíaco acelerado.
- Sudoración.
- Temblores o sacudidas corporales.
- Sensación de ahogo.
- Dolor en el pecho, molestias alrededor del corazón.
- Náuseas, molestias abdominales.
- Mareo, sensación de pérdida de conciencia.
- Miedo a volverse loco o a perder el control.
- Miedo a morir.
- Sensación de hormigueo en diversas partes del cuerpo.
- Sofocos o escalofríos.
El adolescente siente el temor de que se repita este episodio y no sería extraño que por un tiempo no quieran salir solos, o que no quieran salir de casa.
Tratamiento
El tratamiento médico con ansiolíticos es efectivo para controlar el ataque de pánico, pero se recomienda la psicoterapia individual y sesiones de terapia familiar para ir reduciéndola, poco a poco.
Con información de:
Trastornos de ansiedad en el adolescente. M.J. Mardomingo Sanz https://faros.hsjdbcn.org/adjuntos/336.1-Trastornos_ansiedad_adolescente(1).pdf
Adolescentes. Silvia Bautista https://www.cop.es/colegiados/M-13902/Trast_adolescentes.htm
La terapia cognitivo-conductual trabaja con el paciente para modificar las creencias anticipatorias erróneas que con frecuencia conducen a un trastorno de ansiedad y entrena en técnicas para corregir la estructura de pensamientos y reducir la ansiedad que llevan a los síntomas de este trastorno.
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