"No tiene sentido hablar contigo, nunca me entiendes". Un adolescente escupe estas palabras a un padre que se siente herido. ¿Cómo le puede decir su propio hijo esto? Ha trabajado mucho intentando conocer sus sentimientos y las palabras adecuadas. ¿Cómo puede decirle que nunca le entiende?
El temido inicio de la adolescencia
Nada hace temblar tanto la confianza de los padres como el inicio de la adolescencia de los hijos. La comunicación que antes fluyó fácilmente, con palabras, miradas y contacto amoroso, se convierte en un campo minado. La hija antes cariñosa, ahora, a los 14, es hosca y cautelosa, cuyas "espinas de puercoespín se erizan cuando me acerco a ella", dice Judith. Y Pedro dice que su hijo Gregorio, de 15, "saca chispas cuando entro a la habitación y responde con gruñidos a todo lo que digo. A veces me pongo furioso, pero, sobre todo, me hace infeliz."
Nada explica la experiencia de los padres con estos adolescentes, ni las hormonas galopantes explican el malhumor aparentemente irracional de ellos. Aunque las hormonas desempeñan un papel importante en los sentimientos, la verdadera tarea de la adolescencia y la causa de la turbulencia es la propia incertidumbre del adolescente acerca de quién es él, con una imperiosa necesidad de establecer su sentido de identidad.
Esto implica el autoconocimiento, el autodescubrimiento y el autodesarrollo a través de una variedad de cuestiones, incluido el género, la fe, el intelecto y la relación. El sentido de quiénes es no es un mero lujo; necesita sentirse vivo, útil. El adolescente, a menudo, identifica a sus compañeros como modelos de vida: "No sé quién soy, pero sé quién él y seré como él", es su pensamiento.
¿Qué desean los adolescentes?
El enfoque real de un adolescente está en el reconocimiento de los padres sobre su madurez, capacidad y valor humano. La simple pregunta de un padre hace que el adolescente se sienta como un niño indefenso: "¿tienes tus llaves?", "¿tienes suficiente dinero para el autobús?" lo asume como "no puedes cuidarte solo". Estas preguntas serían fácilmente toleradas si vinieran de un amigo preocupado, pero no de un padre; los culpa por recordarle ese niño que todavía vive en él.
No es de extrañar que los adolescentes puedan rechazar los abrazos y caricias que una vez fueron moneda corriente en la vida familiar. Una adolescente protesta mientras un padre le da un abrazo de buenos días: el padre puede interpretarlo como un rechazo, mientras el adolescente se siente atrapado por la necesidad del abrazo de un padre y por su deseo de expulsar a ese niño interior.
Independencia y afirmación de la personalidad
Los adolescentes discuten a menudo con los padres porque están luchando por su independencia emocional, por hacerle saber a los padres que ya no es el niño que creen y que se den cuenta de la nueva y emocionante persona en la que espera convertirse. En las disputas con los padres, los argumentos pueden poner a toda la familia en un dilema ya que cada padre tiene una interpretación diferente de "el problema", y los hermanos se quejan de que sus padres sean "cerrados", ya que no comprenden los estallidos del adolescente.
Pelear con tu hijo adolescente no necesariamente significa que tengan una mala relación. Existe la necesidad de estar simplemente juntos, la voluntad de compartir una variedad de experiencias cotidianas y expresar sentimientos, tanto de felicidad como de infelicidad. A pesar de las discusiones frecuentes, muchos padres y adolescentes mantienen una excelente relación. Lo que importa es que una discusión no termine con dos personas rumiando sobre su propia ira. Lo que un adolescente busca, después de todo, es obtener reconocimiento y respeto de los padres que sigue amando.
Con información de:
Teens and parents in conflict https://www.psychologytoday.com/us/blog/domestic-intelligence/200901/teens-and-parents-in-conflict
Nadie está preparado para ser padre, mucho menos sabemos que hacer cuando llega la adolescencia cargada de conflictos emocionales.
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