Nada hace temblar tanto la confianza de los padres como el inicio de la adolescencia de los hijos. La comunicación que antes fluyó fácilmente, con palabras, miradas y contacto amoroso, se convierte en un campo minado.
Durante la adolescencia, el joven va abandonando los valores y creencias de la infancia, buscando nuevos valores que se ajusten a su nueva realidad. Juzga los valores de esa sociedad a la que arriba y pretende cambiar todo lo que le disgusta. Pueden sentirse profundamente decepcionados y desarrollarán esquemas de defensa que pueden ser agresivos.